Pulpu llevó a cabo una encuesta de percepción sobre el desempeño de instituciones educativas de la Ciudad de Salta de gestión privada que son asociaciones civiles o fundaciones. Pero el contexto actual nos invita a reflexionar más allá de lo encuestado, así que les compartimos las reflexiones de Olga Nallim sobre la educación antes, durante y despues del Covid19. Olga es experta en educación, capacitadora y asesora de equipos directivos, es un placer escucharla y participar de sus espacios de encuentro. ¡Gracias por este espacio compartido!
Florencia Todres
La irrupción inédita del COVID 19 en nuestras vidas, nos corrobora que estamos en un escenario vulnerable e impredecible denominado entorno VUCA a nivel mundial. Sus siglas representan estos conceptos: Volatilidad (Volatility), Incertidumbre (Uncertanly), Complejidad (Complexity) y Ambigüedad (Ambigüety).
Nadie sabe que va a pasar mañana y los gobiernos, las organizaciones y las familias sienten que todo es frágil y efímero y que hay más preguntas que respuestas.
Consecuentemente, afirmamos que estamos en crisis y nos enfocamos en lamentar las cosas que, ciertamente, ya no podemos tener o hacer: la vida social cara a cara, los abrazos, los empleos que sólo se pueden realizar en interacción con otros y con el ambiente natural y artificial, la atención de los niños y jóvenes en las escuelas, las salidas, deportes y juegos al aire libre, entre otros aspectos.
Creo que tenemos que tener otra mirada ante esta situación. Tenemos que aprender a buscar alternativas (muchas) a cada situación desde una actitud abierta a la esperanza. Debemos empezar a reinventarnos y a ser mucho más creativos haciendo un uso infinito de recursos finitos.
En educación, hubo un cimbronazo por la inmediatez del uso de medios tecnológicos, sin preparación previa. La situación nos sorprendió a todos y necesitamos reflexionar sobre esta realidad en tres momentos:
Antes del Covid 19
Ya existían brechas entre los estudiantes. Brechas de todo tipo, pero esencialmente económicas, culturales y de valores que fueron dejando su marca en trayectorias escolares disruptivas y poco eficaces, sin que las políticas educativas, las escuelas y todos sus docentes hayan podido encontrar los caminos para revertirlas, en la mayoría de estos casos.
El momento actual en plena pandemia:
Emergen muchos interrogantes, pero nos centraremos en tres:
- ¿Cómo abordar la falta de acceso a herramientas e internet en muchos estudiantes, especialmente en zonas vulnerables?
- ¿Es posible potenciar el desarrollo de competencias digitales en todos los docentes, estudiantes y familiares que acompañan las trayectorias escolares en este momento?
- ¿Cómo trabajar sobre el acompañamiento de muchos niños en sus hogares ante la ausencia de adultos más experimentados, la falta de cobertura de sus necesidades básicas, la escasa valoración de la educación como un bien o por las dos razones anteriores (falta de recursos tecnológicos o preparación para manejarse con ellos)?
En esta difícil empresa se unen todos. A los gobiernos los apoyan instituciones muy prestigiosas como:
- UNICEF que, desde el inicio de la pandemia, ayudó con la provisión de suministros médicos, agua potable y kits de higiene en emergencias;
- el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia que lidera el apoyo de la ONU a los países para que garanticen la continuidad educativa de niños, niñas y adolescentes (especialmente cuando las escuelas están cerradas),
- la prevención de la violencia doméstica y la contención emocional y salud mental de la población de 0 a 18 años.
- En general, todos están preocupándose por las poblaciones más endebles como los chicos institucionalizados, las comunidades indígenas y las de la ruralidad con difícil acceso y conectividad.
No obstante, la premura de la educación a distancia, pone a docentes y padres en jaque.
En el primer tema, la brecha al acceso de equipamiento, se hace vital agudizar el ingenio. Buscar cómo es posible trabajar a distancia con celulares o PC (si hay señal) o acudir a radios o cartillas que el gobierno distribuye en puntos clave y, en el mejor de los casos, contar con el apoyo de hijos o colegas a través de whatsapp o de otras vías antes impensadas.
El segundo tema, el desarrollo de competencias para esta nueva era, pone al descubierto algunas de las muchas fallas en la capacitación docente. ¿Qué capacidad instalada han dejando los muchos cursos de capacitación sobre tecnología? ¿Garantiza el simple uso de una herramienta la posibilidad de un real trabajo pedagógico que “conecte emocionalmente” con niños y jóvenes y les brinden motivos para seguir escolarizándose?
Esta última palabra hace ruido…, tal vez la escolarización ha rutinizado las prácticas presenciales y ahora no sea de mucha ayuda para atrevernos a crear, a motivar a los otros, y mucho menos a equivocarnos y empezar y volver a empezar….
Muchos docentes están capacitándose como pueden, entre sí, usando tutoriales de youtube, googleando o recurriendo a ayudas externas de profesionales o fundaciones como Varkey que realizan reuniones virtuales semanales con docentes para empoderarlos en el uso de herramientas digitales y, además, ofrecen webinars (conferencias online) y experiencias educativas de una semana de duración sobre temas educativos que atienden a las necesidades profesionales del momento.
Si todo esto es difícil, ¿cómo convertir a las familias y comunidades de los estudiantes en aliados estratégicos para brindar educación desde un modelo remoto?
Ciertamente, en los contextos más vulnerables las políticas educativas casi no llegaron a los hogares a través de asistentes escolares, equipos de salud y toda una estructura educativa que garantice que cada hogar argentino visualice a la educación como un bien. Y ahora, esta inmersión sin salvavidas en un nuevo estilo educativo que los incluye, muestra grandes barreras.
La educación y la escuela, después de la pandemia
Todos sabemos que hay caminos de ida que no tienen retorno. Ya no podemos pensar sólo en el viejo modelo industrial de la escuela ni en una educación monopolizada por la cartera educativa. Ahora, forman parte del elenco numerosos actores y hay que atreverse a diseñar otras variadas formas de aprendizaje significativo.
Tal vez estamos ingresando, igual que algunas organizaciones empresariales, en el modelo de la escuela “sin escuela” donde lo virtual sea parte de lo cotidiano. Entonces, es posible que, desde una mirada sistémica, todos tengamos que aprender de todos y de todo, con el mentoreo de expertos. Quizás sea hora de intervenir en los distintos contextos y, de verdad, hacer realidad la educación de todos los adultos para desarrollar competencias para una nueva era.
Para lograrlo, habrá que cambiar el concepto de alfabetización para formar al ciudadano del futuro, pensando en una alfabetización ampliada que implique, como dice el filósofo Hans Blumemberg (2002), “leer el mundo como un gran texto”, buscando la legibilidad en cada pantalla y en cada hogar. Pero, esto tiene que pensarse en cada escenario local, con una perspectiva global, buscando humanizar la tecnología que mediatiza todo y entre todos.
Sólo así lograremos vencer este enemigo común, el “corona virus”, que ha despojado de soberbia a quienes más tienen y pueden y ha puesto en primer plano la imperiosa necesidad de unirnos y trabajar juntos para ir buscando los mejores caminos como personas y profesionales.
Un camino en el cual deberíamos preguntarnos, además, cuánto de lo anterior fue bueno y qué valdría la pena rescatar para este mundo totalmente transformado. Un camino que nos lleve a cualquier modelo de escuela que sea inclusivo, que atienda a la diversidad con calidad, acortando las distancias para que todos, sin excepciones, puedan forjarse un proyecto de vida digno.
Pero lo primero es lo primero; parafraseando a Ghandi y su inacabable sabiduría, uno tiene ser el cambio que quiera ver en el mundo. Debemos empezar por nosotros mismos.
Olga Nallim